Del ruido mental al descanso corporal
Pensar es necesario. Pero cuando la mente se convierte en una rueda sin fin —anticipando, dudando, juzgando—, nos agotamos. Y ahí es donde el cuerpo puede ser un refugio.
¿Cómo saber si estás demasiado en la cabeza?
- Te cuesta dormir porque los pensamientos no se apagan.
- Revives conversaciones o situaciones una y otra vez.
- Tienes dificultad para conectar con lo que sientes o necesitas
- Te sientes desconectada/o de tu cuerpo o emociones.
Estar en la cabeza no es “malo”, pero puede dejarte sola/o en un lugar agotador. Volver al cuerpo no elimina lo que piensas, pero cambia tu relación con eso. Te da un sostén. Un punto de apoyo.
Volver al cuerpo para enraizarte
En sesión, suelo invitarte a:
- Sentir tus pies en el suelo
- Tocarte las piernas con firmeza
- Apoyar la espalda y soltar los hombros
- Respirar profundo
- Observar tu peso, tu postura, el espacio que ocupaS
No se trata de “desconectar” la mente, sino de acompañarte también desde el cuerpo.
A bajar. A sentir.
Desde ahí, algo cambia.
No porque pienses distinto, sino porque ya no estás sola/o con tu mente.
Recursos que solemos usar
Cada persona encuentra su camino, pero algunas prácticas que ayudan a bajar al cuerpo son:
- Respiración consciente: sin forzarla, solo observarla y acompañarla.
- Movimiento libre o espontáneo: sin juicio, dejando que el cuerpo exprese.
- Anclajes físicos: objetos, texturas, gestos o posturas que te conectan con el presente.
Estas herramientas no resuelven todo, pero te devuelven un punto de referencia: tú.
Tu cuerpo no exige respuestas, solo presencia.
El cuerpo te devuelve a ti
A veces la mente busca soluciones y no las encuentra. El cuerpo, en cambio, sabe estar.
Y eso, en medio del ruido mental, es un alivio.
¿Te gustaría bajar el volumen del ruido mental?
Si sientes que estás sobrecargada/o de pensamientos, puedo acompañarte a volver al cuerpo, con calma y sin juicio.
En sesión, exploramos juntas/os desde lo simple: respirar, sentir, estar.
Porque no siempre hay que resolver. A veces solo hay que volver.
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